Desde la aparición del concepto “trazabilidad”
en la actividad ganadera, ha sido asociado muy fuertemente a la identificación
animal, y esta asociación de los dos términos es correcta pero solo
parcialmente.
Vamos por partes:
Trazabilidad es un término
que en sí mismo es sinónimo de rastreabilidad, es decir: es rastrear el camino
recorrido por un producto determinado, alimenticio o no, desde su origen hasta
el consumidor, en donde se pueden diferenciar la trazabilidad del producto en
sí, y también la de los procesos a los que fue sometido el mismo.
Al hablar entonces de
trazabilidad en el proceso productivo de la carne, obviamente este comienza en
el nacimiento del ternero, momento en el cual se debe realizar una correcta
identificación del mismo.
Para que el proceso de
trazabilidad sea serio, consistente y
auditable por terceros (condición “sine qua non” para los compradores de carne
de la UE y otros mercados objetivo) este identificador debe reunir una serie de
requisitos. Ellos son:
- Que se pueda colocar en el animal
lo antes posible a partir del nacimiento del mismo.
- Que sea indeleble.
- Que no pueda ser modificado
externamente, una vez colocado.
- Que permanezca en el animal durante
toda la vida, sin ser susceptible de ser sustituido accidental o
deliberadamente (fraude).
- Que no contamine la carne, es decir
que pueda ser rápida y eficazmente retirado en el momento de la faena sin dejar
ningún vestigio del mismo.
- Que permita ser leído rápida y
eficientemente para asegurar el registro y la automatización de las tareas de
rutina como vacunaciones, pesajes, control lechero etc.
Ahora bien, de esta manera identificamos un
animal al nacimiento y hasta el momento de la faena del mismo deberá mantener
la misma identificación, y esta deberá poder haber sido leída tantas veces como
haya sido requerido en el sistema productivo en el (o los) que el animal fue
pasando a través de su vida.
Esto, para quienes estamos
relacionados con la producción ganadera en América Latina, sabemos que no es
tan fácil lograrlo, como resulta decirlo. Porque en estas latitudes una
caravana, crotal u orejera, es un elemento que por diversas causas se suele
perder o bien perderse la posibilidad de ser leído correctamente, y como causas
de pérdidas podemos citar las miasis de oreja (que tienen como origen la
reacción del organismo a la misma caravana), las ramas en campos de monte bajo,
los alambrados donde el animal pasa la cabeza para comer del otro lado y al
volver engancha y arranca el identificador, así como el hilo de los rollos de
pasto henificado, si no se es cuidadoso en sacarlo previo al suministro a los
animales.
En fin, un sinnúmero de
razones pueden hacer que un elemento externo a través del tiempo se pueda
perder accidental o deliberadamente, así como puede dejar de leerse por
desgaste de la tinta, por la suciedad de la oreja, etc. Esta ultima situación
también pone en crisis las caravanas con códigos de barra las cuales al tener
un lector visual cuando se ensucian por la grasa de la oreja o con barro, o
bien porque se va desgastando el elemento de contraste o tinta y se van
haciendo imposibles de leer para el lector de códigos de barra.
El resultado final es siempre
el mismo: La pérdida de la identificación del animal, la cual puede dejar a
este individuo fuera del plan de trazabilidad con la consecuente pérdida de
valor del mismo para el productor.
Pero además, y esto es mas
grave aún (pensando en un plan de trazabilidad a nivel nacional y que deberá
ser auditado por agentes externos), la fragilidad de estos sistemas de
identificación animal, pueden mostrar una debilidad muy importante en el
proceso de trazabilidad para quienes deben decidir la aprobación de un sistema
para otorgar un contrato de venta de carne al exterior.
Por esta razón Europa está
declarando en el año 2006 la obligatoriedad del uso de identificadores
electrónicos para ovinos y caprinos como primer paso hacia un programa de
trazabilidad total.
El avance de la tecnología ha hecho posible
que un dispositivo electrónico sin baterías llamado microchip, sea activado
desde una distancia determinada por un lector y devuelva a este último, un
número irrepetible a nivel mundial que previamente se ha programado en el chip.
Estos dispositivos pueden ser colocados en los animales de diferentes formas
como identificadores. Existen hasta hoy
3 maneras de colocarlos: en el subcutáneo mediante agujas especiales (modalidad
que va dejando de tener uso para animales cuya carne va destinada al consumo
humano, por el riesgo de que al no poder encontrarlo durante la faena debido a
que migran del lugar de inyección, pasen a la cadena alimentaria y contaminen
la carne). También se puede colocar el chip dentro del plástico de la caravana
de oreja con los mismos problemas que son inherentes al uso de caravanas
convencionales. Y por último se ha desarrollado una pieza de cerámica de un
material y medidas especiales dentro de la cual se coloca el microchip, para
luego ser suministrado fácilmente por vía oral a los rumiantes y que se
aloja de por vida en el retículo o
segundo estómago de los mismos. Este último es llamado bolo ruminal.
Ahora bien, hasta aquí hemos hablado solo de
los identificadores, pero para tener un
sistema de trazabilidad animal efectivo, no basta solo con la identificación de
los animales, es preciso que se incluyan otros elementos tan importantes como
la identificación.
Estos otros elementos
necesarios para desarrollar con éxito un plan de esta naturaleza son: una base de datos, los equipos que faciliten
la labor de recogida de información en el campo (lectores de microchips), el
hardware o red de computadoras donde llevar y gestionar toda la información, el
programa o software que gestione esta información y el personal para operar y
llevar a cabo la gestión y el control de
todo el sistema.
Después de la experiencia
Europea del proyecto IDEA (IDentificación Electrónica de Animales, proyecto
realizado entre 1998 y 2001 que financió la CEE para poner a prueba la
identificación electrónica animal a gran escala y en el que se identificaron 1
millón de animales) sabemos que comparar el costo de los distintos sistemas
de identificación, considerando solo el
precio del dispositivo identificador, puede llevar a un error a la hora de
analizar el costo de todo el sistema de trazabilidad.
El costo del sistema de trazabilidad esta
influido por diferentes factores. Algunos de estos son: el número de animales a
controlar, el número de controles a realizar, el tamaño de los rebaños, el tipo
de explotación (extensiva o intensiva), y la extensión de territorio a cubrir
en los controles.
Pero de forma básica, el
tipo de identificador utilizado será decisivo sobre el costo final del plan,
pues las prestaciones que este brinde impactarán directamente sobre el costo
del factor que más influye en el costo total del plan de trazabilidad que es la
operación de todo el sistema.
En el año 1997 se realizó un estudio sobre los
costos de la puesta en marcha del proyecto IDEA
en Europa, desarrollándose un modelo informático denominado Costmod, el
cual permitía hacer diversas simulaciones y
en una de ellas se compara el costo de desarrollar el proyecto IDEA con
caravanas plásticas visuales a un precio
de 0,7 Euros la unidad, versus el costo de hacerlo con un bolo ruminal a
un precio de 3,7 Euros y se demostró que al finalizar todo el proyecto, el
costo usando la caravana visual era de 31,09 Euros por animal, mientras que
usando el bolo, el costo disminuía a 26,34 Euros por animal.
Existen tres razones por las cuales resulta
más económico el sistema del bolo ruminal frente al de la caravana visual en un
programa de trazabilidad:
-1ª El bolo tiene un nivel de pérdidas
inferior al 0,5% lo que hace que permanezca durante toda la vida en del animal
con un alto nivel de confianza,
-2ª Permite la
automatización de la lectura del
identificador durante las cargas y descargas en los traslados de los animales de un campo
al otro o a su llegada al matadero o durante movimientos de rutina como
vacunaciones (eficiencia de la lectura dinámica por encima del 99% frente al
máximo del 95% en las caravanas electrónicas).
-3ª El bolo es mas seguro,
no se puede cambiar ni accidental ni deliberadamente, lo que hace más confiable
el sistema para quien lo debe auditar.
Si hacemos el análisis de
costos de los cuatro ítems que intervienen en cualquier proyecto de
trazabilidad (dispositivos identificadores, equipos de lectura, base de datos y
mano de obra para la operación del sistema), veremos porque son tan importantes
las pérdidas de identificadores, la automatización de la lectura de datos y el
pasaje automático de los mismos.
Los porcentajes de cada ítem
de análisis sobre el costo final del
propio proyecto Europeo aparecen en el cuadro adjunto y se puede ver que
el costo de los identificadores (12%) y de los elementos de captura automática
de datos o lectores (5%) son los más pequeños. Pero si se pretende achicar el
costo total del plan adquiriendo dispositivos más baratos y sacrificando
porcentajes de retención del identificador o perdiendo eficiencia de lectura en
movimiento, con ello se perderá también la posibilidad de automatizar el
proceso, entonces se aumenta el costo total del proyecto, ya que cada pérdida
de identificador o cada fallo de lectura implica animales sin trazar que quedan
fuera del plan (perdiéndose el valor del mismo como animal trazado), o bien el
costo de dar aviso de la pérdida, dar de baja el registro de la base de datos,
reidentificar al animal y volver a cargarlo en la misma. Todo esto impacta
directamente sobre el costo operativo que es el ítem más importante en términos
de porcentaje (67%) sobre los costos totales del plan. Además los costos
operativos son anuales mientras que el identificador de un animal dura toda la
vida del mismo.
12%
|
COSTO IDENTIFICADOR
|
5%
|
COSTO EQUIPO LECTOR
|
16%
|
COSTO BASE DATOS
|
67%
|
COSTO PERSONAL NECESARIO
APLICACIÓN CONTROL Y GESTION DE LA BASE DE DATOS Y EL SISTEMA
|
COSTO PERSONAL NECESARIO
APLICACIÓN CONTROL Y GESTION DE LA BASE DE DATOS Y EL SISTEMA
El aumento del costo del proyecto puede ser
considerable cuando se elige un identificador con un alto nivel de pérdidas ya
que todo el proceso posterior a la pérdida del mismo impactará sobre el costo
mas pesado del plan: el costo operativo (67%).
Si las pérdidas son del 5 %
al final del proyecto de un millón de animales tendremos solo 950.000
identificados, o habremos tenido que localizar los 50.000 animales que
perdieron su identificador e identificarlos nuevamente recogiendo todo esta
información de reidentificación y al mismo tiempo ajustando y modificando la
base de datos (esto en el mejor de los casos ya que en el peor, se perderá toda
la información de ese animal el cual se deberá descartar como animal trazado
para el programa).
El costo por animal se
incrementa por tres vías: La primera porque el costo del proyecto ya
establecido para identificar un millón de animales ha de dividirse por solo
950.000, la segunda por el incremento del costo de personal para hacer todos
esos movimientos, la tercera es el costo del nuevo identificador. Y además
siempre se corre el riesgo de un perjuicio mayor, que es el de que ese animal
quede fuera del circuito de trazabilidad perdiendo el valor diferencial del
mismo.
A modo de ejemplo, en España,
el costo de la reidentificación de un animal que ha perdido la identificación
oficial se estima en 8 Euros por animal. En el caso del 0, 5% de pérdidas, el
incremento de costo de un proyecto con 1.000.000 de animales es de 40.000
Euros, pero si la pérdida es de un 3% (porcentaje anual estimado como normal de
pérdidas de caravanas) el costo es de
240.000 Euros lo que representa el equivalente a 0,24 Euros más por animal.
Por lo tanto, aunque se
suministraran sin cargo alguno para el comprador, tantos identificadores como
pérdidas se produjeran, los costos del programa se incrementarían de todas
formas, puesto que la reidentificación impacta directamente sobre la porción de
la torta de costos más importante de cualquier proyecto de trazabilidad, que es
el costo de personal de aplicación, y de control y mantenimiento de la base de
datos.
Al margen del costo total, (donde el bolo
ruminal se presenta como la alternativa más económica por lo anteriormente
expresado), la seguridad que proporciona el sistema del bolo a largo plazo, lo
hace de elección para un plan de este tipo. Los porcentajes de pérdidas reales
experimentados en el proyecto IDEA de Europa para el bolo son del orden del
0,22 % contra el 2,34% de las caravanas electrónicas. Esta diferencia se hace
aún mas manifiesta si se tiene en cuenta que el porcentaje de pérdidas de las
caravanas en dicho proyecto fue tomado en animales de engorde que se evaluaron
durante 7 meses de vida como máximo, mientras que los bolos están analizados en
animales durante 28 meses.
La otra gran ventaja que presenta el bolo
frente a la caravana electrónica como ya se mencionó es la eficiencia de
lectura.
La explicación de esto es la
siguiente: Cuando un animal se identifica con un bolo, éste se aloja en el
retículo y allí queda de por vida, razón por la cual prácticamente solo hay una
velocidad de movimiento que debe controlar el lector, al paso del animal por
delante de la antena en una manga, que es la velocidad de avance. Mientras que
como la caravana se coloca en la oreja del animal, al pasar éste delante de la
antena, hay tres velocidades de movimiento que debe controlar el lector que
son: la de avance del animal por la manga, la de ascenso y descenso de la
cabeza, y la de lateralidad de la misma, con lo cual la probabilidad de que exista un fallo de lectura dinámica es
mucho mayor, sobre todo en animales de producción extensiva los cuales, en
general presentan un carácter mas indócil y suelen pasar por la manga durante
una vacunación o un movimiento de
rutina, encimándose unos sobre otros y sacando la cabeza (y con ella el
identificador) del campo de lectura del lector. En América Latina estas razas representan
mas del 80% de la población animal.
Hasta aquí solo hemos analizado el efecto de
las pérdidas y de la dificultad de leer automáticamente el ganado en
movimiento, en el costo total de la trazabilidad, sin considerar el elemento
seguridad e inviolabilidad que proporciona el bolo, por la ventaja que
significa estar alojado en el retículo y no poder extraerse si no es luego de
la muerte del animal, lo que proporciona claras ventajas sobre cualquier
dispositivo externo.
Algunas de estas ventajas son:
-1ª Efecto disuasorio para
los robos o cambios de ganado gordo por
flaco (modalidad muy frecuente de robo en América Latina), por la posibilidad
que genera la demostración de propiedad, por el hecho de que el animal tenga el
dispositivo en el retículo.
-2ª Mejor garantía frente a
las entidades financieras en el caso de que un productor decida ofrecer sus
animales para acceder a un crédito prendario o para los inversores de capital
en el rubro ganadero (modalidad muy difundida en estos últimos años) o en
remates por pantalla.
-3ª Mejor garantía frente
a auditorias externas.
-4ª Posibilidad de
abandonar a futuro la marca a fuego como sistema para registrar propiedad.
Además el hecho de eliminar la marca a fuego,
podría suponer un ingreso extraordinario al productor por no deteriorarse la
calidad de los cueros y probablemente solo con la revalorización de este
subproducto se podría pagar gran parte del costo de la identificación del
ganado y los equipos que necesita el ganadero para la lectura de los
identificadores.
Por todas estas razones Europa se ha ido
inclinando por este sistema. Y si Europa es nuestro principal mercado objetivo,
lo va a exigir a sus propios productores ¿por qué no pensar que también se lo
va a exigir a sus proveedores de carne en un futuro no muy lejano?
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